Si me preguntaran el día de hoy jueves 21 de abril qué edad tiene mi hijo, respondería sin dudar:
3/4 de año.
¿A qué viene esto?
A que en este blog no me di el tiempo de expresar lo que ha significado la experiencia de ser padre de un varón por vez primera, en este caso de Matías.
Un niño que ha nacido sin cabello, y hoy a sus 0.75 años sigue con poco cabello.
Lo que si es que las técnicas maternas de alimentación han rendido sus frutos, come muchas verduras, muchas frutas y sin pasar por la fea etapa de comer papillas.
Sin duda la llegada de un infante cambia la dinámica familiar, los tiempos de descanso individual pasan a ser descanso en par, al menos. Las horas de sueño se reducen un poco. Las horas de ejercicio hay que buscarlas con mayor empeño ya que la tentación de poner de pretexto a los bebés es muy grande.
Le da un giro total al matrimonio, ya que de ser uno, pasaron dos a ser uno, y cuando llega el primer hijo pasa ese uno a ser dos y a tomar todas las decisiones en base a dos.
Eso si, tomarlo de pretexto para tener más tiempo para ver cómics o leer libros infantiles que hace mucho no leías es de lo mejor que hay.
Si bien no se aprende a ser padre de los libros, tampoco se aprende siendo hijo, pero si se aprende viviendo el día a día con ellos y entre más tiempo se esté uno con ellos menores serán las equivocaciones que se puedan tener.
Matías aún no se cae en estos 0.75 años, apenas balbucea, pero lee, aprende inglés, utiliza sus juguetes debidamente y sobre todo ríe.
Sin duda estos 3/4 de año han sido de lo mejor que recuerdo.
Gracias #MatíasOrejel
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